lunes, abril 09, 2007

Eutanasia Libelular - [Más allá de lo evidente]

Ha volado la libelula...

Ha volado sobre nuestras cabezas despeinadas, peinadas, con demasiado gel -de embrión de pato ¡Si! Increible que aún me acuerde de tanto- Pobres patos, por cierto, siempre lo pensé; son demasiado bellos para merecer tal destino.

Pero continúo, ha volado la libélula... Y mi mamá siempre me enseñó a creer que ver volar a una alrededor mío era señal de buena suerte. Hoy cayó muerta una justo a mi lado. Agitando sus alas en un agónico desespero; demasiado doloroso de ver, su verde vivo se veia opacado por el sol brillando sobre sus alas que intentaron tres veces alzar vuelo -antes de sucumbir-... Su cola era bicolor, verde y rojo -los colores del daltonismo- ¿Será que acaso se está empezando a caer todo el color del cielo?

Se ha caído, coincidencialmente, el botón negro que cosí a mi pantalón. Se deshizo el hilo... Se han soltado todos los nudos, han empezado a perder fuerza y ya no puedo cogerlos de la única hebra que queda. Quizá, ese botón representaba el poquito de cordura que tenía atado al cuerpo. Han empezado a derramarse las imágenes, todas, de a poquitos; caen aparatosamente de mis sienes. He intentado con todas mis fuerzas contenerlas, pero son de mercurio y su metálica liquidez resbala por entre mis dedos inpregnándome de destellos de lucidez que se devanece.

Y se va...

Y ya no queda más cordura que el botón negro que he conservado en mi velador. Mis ojos miran a través de sus dos huequitos hacia la nada. -Un caleidoscopio de psicodélicas ilusiones-

Hoy ha caído muerta mi cordura bicolor: el devastador -o encantador- vaticinio de que viene la era de la sinrazón.