viernes, agosto 25, 2006

Sueño Dormido


Hoy los sueños están dormidos, talvez ayer soñaban que despertaban, soñaban que se volvían reales, pero hoy están aún dormidos; en la etapa más profunda del sueño MOR. Cuando por fin despierten, quedarán perplejos ante un universo que ni siquiera sospechaban, al mejor estilo de Fry en Futurama... Los sueños han quedado congelados, han apelado como ultimo recurso a la criogenia, el único escape que ahora les queda disponible ante esta inminente muerte.

He leido por allí una oración... "que dificil es abrir la maleta cuando se llega" cuanto de cierto tiene esto, un mes después y aún no he desempacado. La maleta de la ropa, sí, por supuesto. Pero la pequeña, la de los recuerdos, la de los discos y los libros, la de la taza que me obligaste a traerme, los lapiceros, los dibujos, las fotos... esa maleta aún está ahí. Reposa tranquila dentro del closet, siempre abierta, para acceder a lo que hay dentro de ella, pero nunca vacía.

A lo mejor no he acabado de llegar, creo que es lo mas probable. Me debato entre el aire de dos tierras; el aire contaminado y húmedo de esta caótica y sucia ciudad; y el aire tuyo, más seco, más bohemio... pero siempre, siempre más frío. Camino por entre estas calles esperando encontrar alguna señal de que aún no me hallo por completo aquí; un anuncio en alguna tienda, quizá algún vendedor de algo. Una palabra, solo una palabra que me remonte a mi pasado (nuestro pasado) bastaría para sustraerme de este inevitable pseudo delirio. Pero no la hay; estoy estancada aquí, entre este sutil vaho de madrugada y esta llovizna que ni moja ni entristece. Aquí no hace ni frío ni calor... Y tu sabes, a mi me gusta tiritar.

Ojala que la luna pueda salir sin ti...

martes, agosto 22, 2006

Angustia Invernal

Se aerca el verano, claramente se deja oler en el ambiente, y en el tímido sol que de rato en rato se asoma, travieso, entre las nubes. Nunca me ha gustado el verano, ni el sudor que hace que la ropa se pegue al cuerpo; pero esta vez mi espalda está demasiado fría y mi cabeza se ha sorprendido al encontrarse añorando esa sensación de calor almacenado que ahoga los pensamientos. Sin embargo, mi alma sigue invernal... acurrucándose entre tazas de café (muy dulce, aunque amargo) y cientos de cigarrillos.


El humo se pasea en el ambiente y juega con mi mente, dibuja siluetas demasiado conocidas y escribe frases sueltas; todo es demasiado visceral...

Parece una película españoleta... Quizá tan española como la vez que estuvimos en el café oma, justo al lado de la ventana, viendo los cientos de taxis pasar por la congestionada carrera septima. Los buses y los carros, todos parecían detenerse un segundo al pasar frente a nosotras, para vernos, a ti tomando tu cafe espresso y a mí comerme mi pay de manzana arrugado. Nosotras callábamos, pero nuestros reflejos en la ventana gigante hablaban y se coqueteaban con la mirada; yo me atragantaba en lágrimas que no salían y, en ese instante, hubiera deseado más que nada ser etérea como un reflejo y meterme en el espejo que siempre llevas en el bolso; algo así como una version moderna de la bruja de ¿la cenicienta? ¿blanca nieves?. En todo caso, me hubiera gustado escapar de allí y meterme en algún lugar en el que no fueras capaz de encontrarme sino hasta pasado el tiempo.

Hoy he tomado café, café Sello Rojo mocca, sin leche... y he fumando cigarrillos mentolados; aunque ahora ya no son Kool, sino HAMILTON FRESH, que son la mejor alternativa para un bolsillo tan precario como el mío. Creo que estoy repitiendo rituales, invocando al dios de la melancolía y el desasosiego (si no hay, debería haber) mientras mi atormentada cabeza repite tu nombre esporadicamente. Pero ya no se me acelera la respiración, ya no me dan ganas de comerme las uñas mientras te pienso, te me estás volviendo pacífica y eso me gusta. Me gusta estar en paz contigo, asi "seas" solo en mi pensamiento.

Pero he desarrollado una curiosa fobia a las películas y las canciones románticas; me hacen sentir como una cucaracha voladora que ha sido cruelmente volteada y no puede hacer más que sacudir sus seis patas al viento. En esos momentos deseo más que nada que alguien se digne a poner su gigantesco pie y me aplaste sin compasión, o mejor dicho, que se compadezca de mí lo suficiente como para aplastarme...

Este día ha sido extraño, a pesar del frío siento mucho calor. A lo mejor me estoy preparando para el ineludible verano.