sábado, julio 22, 2006

Barcos de Papel...

Fugaz ha sido el tiempo, ahora que hemos desembarcado en puertos distintos tu y yo. Los recuerdos se aglomeran en la parte baja de la garganta; se han mezclado con toda la culpa, la bilis, la nostalgia y la melancolía que llevo dentro y se han incrustado, curiosa malteada, en mi torrente sanguíneo.

Facil es decir que estaré bien, ahora que aún veo tus ojos abrirse junto con los míos al amanecer; creo que tienes mucha razón cuando me preguntas ¿y ahora como repartimos tanto recuerdo? Sí, tu te quedas con el gato criollo más bello, gay y estilizado de este universo y talvez yo conserve el ajedrez de vidrio, alguna de tus ropas y muy probablemente parte de tu cabello, en una minúscula botellita que lleve al pecho cual humilde relicario.

Poetas sí que somos, o por lo menos tú lo eres, Indigo castigador, dime como más, si acaso, podríamos estar viviendo tan romántica despedida; luego de haber volteado nuestros rostros a otros lugares por falta de romance. Han quedado tantos barquitos de papel parqueados en tu puerto, y es su único destino desintegrarse ante tu radical y cruel tsunami.

Te he buscado en lo más profundo de mis amores y obsesiones, y he encontrado a tus ojos grandes y tu inocente sonrisa mirándome a los ojos y partiéndome el alma. Nos hemos vestido con las mejores de nuestras ropas, para conmemorar un amor volador al que se le han caído las alas. Y aún así, a pesar de todo, envidio tu esperanzada alegría; asumo que en el fondo tu estás un poquito más cerca del nirvana y yo soy aún demasiado mundana, preocupándome porque no hay cigarrillos para el día de hoy. Envidio tu tranquilidad, y aunque lo entiendo, creo que no aplican por igual estas leyes extrañas del universo para dos almas tan distintas. Yo solo sé vivir de mis propios tormentos y melancolías y permíteme confesarte, aunque he tratado, me ha sido completamente imposible evocar a tus ositos polares o a las naranjas bailarinas que usas para distraerte en tu desquiciada cabeza.

Mi apasionado poeta de ojos teñidos de raro color, como mapa de la edad media; en pergamino, por supuesto, es bastante más sublime; no podría sino albergar esta esperanza índigo dentro del pecho. Tu historia, mantis religiosa, me sabe aún incompleta. Me dices que me bautizas a mí como mantis, pero yo creo que eres mas bien tú la mantis religiosa de ese hermoso cuento. He mentido! mantises ambas, hemos cortado nuestras propias cabezas, después de hacer el amor.

Te dejo una eterna constancia de la profunda huella que dejas, pies ligeros. Me pregunto acaso si es que al llegar tu a mi vereda, esta estaba apenas construída y no era más que cemento fresco que se dejo impregnar de tus andares. Tristemente esta senda ahora ha fraguado con tus pasos grabados ya en ella y no habrá fuego que derrita ni aguacero que innunde lo que ya está plasmado.


Promesa al viento, de vernos nuevamente, cara a cara... mil amores después, mil lecciones aprendidas, mil caídas, mil sendas recorridas. Espero la sabiduría juegue también su parte. Sin embargo, desgraciadas las fronteras que dividen hoy este sueño navegante; mi barquita ya no tiene permiso de aduanas y el cargamento de cartas que nunca te entregué y que nunca te escribí pesa demasiado como para dejarme avanzar.

Desgraciadas las fronteras, pero benditas tus alas y bendito el viento que te empuja...

Te me quedas escrita en el vientre y en el alma, Inocencia impecable que hoy ha cerrado los ojos. Historia inconclusa de lluvia, de llanto, de sangre; no podemos sino esperar a que el viento empuje mi barca hacia tu puerto y tus alas a mis tierras.

Al viento... solo al viento...